Nauseas, Nauseas. Tengo nauseas.
No entiendo porque, era algo tan mió y lo invadiste.
Escribí algo.
Era fácil encontrarlo, siempre estaba ahí, aunque no quisiera. Hace casi dos años no lo veía, por decisión propia. Hace dos años no lo veía, hace dos años acabó todo, hace dos años comencé a odiarlo, hace dos años que deje de llorar por el.
Por alguna extraña razón, hace algún tiempo, decidí hablarle y sin darme cuenta, comenzó a ser como antes. Se volvió mi amigo, mi confidente, alguien en el cual podía confiar ciegamente… Incluso llegue a pensar que era la única persona que me comprendía de verdad. Eso si, rara vez le hablaba de mi “vida amorosa” –Como si hubiese tenido- sabía que le molestaría, Era obvio ¿no?
Hasta que encontré a alguien especial, que saco mi chispa olvidada, que me ayudo a superar miedo y que obviamente amaba. Su nombre era Fernando, y era sencillamente indescriptible.
Un mal día decidí presentarle a Fernando, mal que mal era mi amigo. Nos juntamos en mi casa a comer tacos. La noche fue tan normal que incluso se torno aburrida. El se fue y yo me quede con Fernando en la casa.
A los 2 días el que era mi mejor amigo, me llamo. Quería que nos viéramos en su casa, en dos horas más. Le dije que sí y fui.
Llegué, media hora tarde, (como siempre). El ambiente estaba tan tenso que daba escalofríos. Me senté en el living mientras el traía unos vasos.
Cuando llego, no traía vasos, sino un chuchillo carnicero y llevaba puesto un delantal. Me dieron más escalofríos.
-Para que es eso- Le pregunte, sacando valor de alguna parte.
- Para ti- Respondió, sonrientemente malo.
Corrí, el me siguió
Trate de huir, todo estaba cerrado
Grite despavoridamente, el subió la música.
Llore, llore. El se me acercaba con ese afilado cuchillo en las manos.
Entré en un estado emocional indescriptible, entre mis llantos, suplicas y gritos y su fatal sonrisa, me perdí. Recuerdos borrosos, pánico, horror, temor, miedo, nauseas.
Me arrinconó, recuero el frió del metal en mi rostro, en mi cuello. El pánico me invadió.
Dicen que todos los animales tiene su método de defensa, yo, estaba tan perturbada, que vomite sus zapatos. Fue en ese momento cuando sentí la primera estocada en el muslo izquierdo, un dolor que me quemaba. Miré…Rojo, sangre.
Ahí me di cuenta que moriría acuchillada pro la persona que más ame en su época. Vomité nuevamente y me di cuenta que otra vez tenia el frió filo en mi cara, que se hundió en un corte que no sentí.
Más sangre, más rojo, más traición, más horror, más pánico, más miedo.
-¡Asesino!- Grite horrorizada
-Aún no- Respondió con esa sonrisa malévola.
Lloré, lloré y entre tantas lagrimas que no me dejaban ver, divise un charco rojo bajo mis pies. En ese preciso momento, decidí que el no se saldría con la suya. Tomé un cenicero de vidrio que se encontraba a mis espaldas y se lo lancé.
Cayó en su rostro y corrí a la cocina, pero caí en el pasillo, el se abalanzo sobre mí y con el afilado cuchillo en su mano derecha y me dijo: -Hace tiempo, me dijiste que eras mía y solo mía serás-.
Acerco su rostro a mi cara ensangrentada. Lloré, lloré y me besó a la fuerza, luego hundió otra estocada en un costado de mi abdomen.
Con un cabezazo en la nariz lo aleje de mí, sin pensar tome el cuchillo y corte su cuello. Mientras lo hacia, el me intento gritar “¡Perra!” pero su grito se ahogó.
Al día siguiente encontraron su cuerpo desangrado entre el living y la cocina y el mió (igualmente desangrado) en el baño con un papel empuñado en la mano que decía “Fernando te amo, estaba esperando un hijo nuestro”
Ojala te sientas identificado con algo.
P.D.: no me gusta que me llamen “loca”.